30/11/10

Obituario: Leslie Nielsen





Y también de paso homenajeando a otro " crack " de las comedias "chorras" y parodias: Lloyd Bridges





Brutal...jajaja

14/11/10

Hércules (1997)


Phil: Eso suena a DEA... ¡Doncella en apuroooos!
(...)
Hércules: Disculpe mi buen... eh... eh... señor, tendré que pedirle que suelte a esa joven...
Meg: Sigue tu camino junior...
Hércules: ...Dama ¿Pero usted no... no es una doncella en apuros?
Meg: Soy una doncella, estoy en apuros que arreglaré yo sola. Que tengas un buen día.

8/11/10

La mano de Midas

Midas (en griego Μίδας, llamado Mita en fuentes asirias) fue un rey de Frigia que gobernó en el período entre el 740 a. C. y el 696 a. C., aproximadamente.
Casado con una griega, fue el primer rey extranjero que mandó un regalo al santuario de Delfos. Probablemente, fue durante su reinado cuando Frigia adoptó el alfabeto griego. El reinado de Midas supone la mayor época de esplendor de Frigia, que se expandió al este, hasta la frontera con Urartu, ocupando una extensa zona de Asia Menor similar en situación y extensión a la actual Turquía. Mantuvo relaciones comerciales con Asiria y Urartu, alcanzando el rey una riqueza extraordinaria, que llamó la atención de los griegos, quienes le dedicaron un espacio en la mitología.
En la mitología griega, Midas era rey de Frigia, e hijo de Gordias. Tenía una hija, Zoe. Por su hospitalidad con Sileno, Dioniso le otorgó el poder de convertir en oro todo cuanto tocara.
Al siguiente día, Midas, se despertó ansioso por comprobar lo que Dionisio le había prometido. Extendió sus brazos tocando una mesita que de inmediato se transformó en oro. Midas, ¡saltaba de felicidad! Y continuó comprobando… ¡tocó una silla, la alfombra, la puerta, la bañadera, un cuadro y siguió corriendo como un loco por todo su palacio hasta quedar exhausto y al mismo tiempo contentísimo!
Se sentó a desayunar y tomó una rosa entre sus manos para respirar su fragancia. Pero… al tocarla se había convertido en un frío metal. “Tendré que absorber el perfume sin tocarlas, supongo”, pensó desilusionado. Sin reflexionar, se le ocurrió comer un granito de uva, pero casi se quebró una muela por morder la pelotita de oro que cayó en su boca. Con mucho cuidado quiso comer un pedacito de pan, sin embargo ¡estaba tan duro lo que antes había sido blandito y delicioso! Un traguito de vino, quizás… pero al llevar el vaso a la boca ¡se ahogó tragando el oro líquido!
De repente, toda su alegría se transformó en miedo. Justo en ese momento, su querida gatita saltó para sentarse con él, pero al querer acariciarla, quedó como una estatua dura y fría. Midas se puso a llorar: “¿Sentiré solamente cosas frías el resto de mi vida?”, gritaba entre lágrimas. Al sentir el llanto de su padre, Zoe se apresuró para reconfortarlo. Midas quiso detenerla pero al instante una estatua de oro había quedado a su lado. El rey lloraba desconsoladamente.
Finalmente levantó los brazos y suplicó a Dionisio: “¡Oh, Dionisio, no quiero el oro! ¡Ya tenía todo lo que quería! ¡Solo quiero abrazar a mi hija, sentirla reir, tocar y sentir el perfume de mis rosas, acariciar a mi gata y compartir la comida con mis seres queridos! ¡Por favor, quítame esta maldición dorada!” El amable dios Dionisio le susurró al corazón: “Puedes deshacer el toque de oro y devolverle la vida a las estatuas, pero te costará todo el oro de tu reino” y Midas exclamó: “¡Lo que sea! ¡Quiero a la vida no al oro!” Dionisio entonces le recomendó: “Busca la fuente del río Pactulo y lava tus manos. Este agua y el cambio en tu corazón devolverán la vida a las cosas que con tu codicia transformaste en oro”.
Midas corrió al río y se lavó las manos en la fuente, agradecido por esta oportunidad. Se asombró al ver el oro que fluía de sus manos para depositarse en la arena del fondo de la fuente. Rápidamente, llevó una jarra de agua para volcar sobre Zoe y rociar a la gata. Al instante, sonaba en el silencio la risa y la voz musical de Zoe y el ronroneo de la gata.Muy contento y agradecido salió Midas con su hija para buscar más agua del río Pactulo y así poder rociar rápidamente todo lo que brillaba de oro en el palacio.
Gran alegría le proporcionó a Midas el observar que la vitalidad había retornado a su jardín y a su corazón. Aprendió a amar el brillo de la vida en lugar del lustre del oro. Esto lo celebró regalando todas sus posesiones y se fue a vivir al bosque junto con su hija en una cabaña. A partir de lo ocurrido, jamás dejó de disfrutar de la auténtica y verdadera felicidad.

5/11/10

Luis Fonsi - Quien te dijo eso



"Dedicada a ti, bonita"